Karen Uhlenbeck se convirtió en la primera mujer en ganar el Premio Abel, en 2019, galardón considerado como el Nobel de las matemáticas.
Cuando utilizas los medios que la informática te da hoy para saber de esta mujer, la primera respuesta que obtienes del famoso buscador es que Karen Uhlenbeck es matemático. Quizá os hayáis dado cuenta ya, si no es así ya os lo aseguro, de que a vuestra herramienta de cabecera para hallar información, de perspectiva de género le han programado poco. Estaría genial ir cambiando estas pequeñas cosas que significan tanto para la visibilización de más de la mitad de la población del planeta, y me estoy refiriendo a las mujeres. Aquí lo dejamos.
Karen Uhlenbeck es matemática, y además una mujer que ha tomado conciencia desde joven de la sutil discriminación y condescendencia constante del mundo masculino hacia las mujeres en general, pero por demás, dentro de los gremios destinados al lucimiento intelectual de los hombres. Se ha dado cuenta y, desde entonces, no se cansa de repetirlo en cada encuentro con periodistas o conferencia en la que participa. Sus pequeños gestos ayudan al resto de la comunidad de la que forma parte.
Karen tuvo lo que suelen llamar una vocación temprana que muchas veces se despierta en la biblioteca de casa, en la visita a un museo, por la actitud de un maestro o por el vuelo de un pájaro, quién sabe. En todo caso, con un buen ambiente intelectual en la familia, ya que tanto su madre como su padre habían realizado estudios superiores y no se planteaban otra cosa para sus cuatro hijas e hijos, con trece años ya había leído todos los libros a su disposición y decidido a explorar el Universo en la Universidad de Míchigan.
Comenzó los estudios de Física y se reorientó hacia las Matemáticas pensando que con ellas no tendría que relacionarse demasiado con el resto de seres humanos. Esto último también cultivó conscientemente, para disfrutar de su alumnado y congéneres sin sufrirlos demasiado. Pasa a veces. Obtuvo una beca para completar sus estudios en la Universidad de Nueva York y el doctorado por la Universidad Brandeis de Massachusetts en 1.966. Desde entonces, su trayectoria laboral la ha llevado a recorrer Estados Unidos como profesora y catedrática de Matemáticas. Actualmente, con setenta y dos años, es catedrática emérita de la Universidad de Austin, Texas, e investigadora de la Universidad de Princeton y del Instituto de Estudios Avanzados de USA.
Siempre ha destacado en sus entrevistas el hecho de haber tenido un gran apoyo moral en su madre y padre (ambos políticos) y en su primer marido, el también físico George E. Uhlenbeck, del que adoptó el apellido como casi todas las mujeres en la cultura anglosajona, para superar su primera etapa como profesional de las matemáticas, rompiendo constantemente barreras invisibles y, a veces no tanto, tratando de alcanzar un puesto fijo acorde con su valía en las diferentes universidades por las que se desplazaba siguiendo la trayectoria laboral de su primera pareja.
Su labor matemática trata de estudiar las ecuaciones en derivadas parciales no lineales, las transformaciones de gauge. Estudió la Topología de Morse y de campos cuánticos y, en definitiva, todo lo que tuviera que ver con el desarrollo de la geometría algebraica, la teoría de curvas y su aplicación al electromagnetismo. El Teorema de Donaldson-Yau-Uhlenbeck nos habla de su labor. Sería enormemente complicado para mí comprender y explicar todo lo que esta mujer ha aportado al desarrollo de la humanidad en el campo de las matemáticas y, por extensión, al desarrollo de herramientas que facilitan a otros profesionales su trabajo (en la cirugía avanzada a distancia, por ejemplo), pero se puede intuir leyendo en este enlace, el porqué de la concesión del Premio Abel en 2019, la primera matemática en recibirlo en los diecisiete años de existencia de este premio.
Quisiera destacar también aquello que a veces no se nombra, su incansable labor por la incorporación de las jóvenes a los estudios de matemáticas y su constante recordatorio del sobreesfuerzo que las mujeres realizan para alcanzar reconocimiento social, económico y laboral. Según sus palabras:
…es difícil ser un modelo a seguir, porque lo que realmente necesitas hacer es mostrarle a las estudiantes lo imperfectas que pueden ser las personas y, aún así, tener éxito. Puede que sea una matemática maravillosa y famosa, pero también soy muy humana
“Había sólo un puñado de mujeres en mi programa de posgrado, aunque no pude ser amiga cercana de ninguna de ellas. Era evidente que no saldría adelante en matemáticas si me juntaba con mujeres: nuestros profesores nos decían que no podríamos hacer matemáticas porque éramos mujeres. Así que había una tendencia increíble entre nosotras a no facilitarnos las cosas. ¡Curioso! Nos supuso mucho desánimo, flagrante y manifiesto, pero también un estímulo sutil. Había mucha gente que apreciaba a los buenos estudiantes, fueran hombres o mujeres, y yo era un muy buena estudiante. Me gustaba hacer lo que se suponía que no debía hacer, era una especie de rebelde legítima. Nadie contrataba mujeres porque las mujeres se quedaban en casa y tenían bebés. No había expectativas por el hecho de que éramos mujeres, así que todo lo realizado ha sido un éxito”.
Karen Uhlenbeck es la matemática más importante de nuestro tiempo y una persona más importante aún por muchas más razones.